BACHILLER

Ensayando las obras de teatro

Empiezan los ensayos de las obras escritas por los alumnos. Se lo pasan cañón.








¿Jugamos?

En el siguiente enlace podrás comprobar qué sabes sobre el teatro barroco y su época:

http://www.materialesdelengua.org/WEB/hotpotatoes/quizbarroco.htm



Teatro barroco.

Visto que la poesía está dominada, nos lanzamos al teatro. Muerte, traición, amor, honor... todo es posible.


Poesía barroca.

Los alumnos de 1º BAC han aprendido tan bien las características de la poesía barroca (paso del tiempo, presencia de la muerte...), que han sido capaces de escribir estos preciosos poemas:


Reproche
En este presente
que ya se ha pasado
y este futuro, que ya es presente
y a la vez se nos ha acabado
quiero recordarte
yo desamparado
que el tiempo se va cómicamente
 mientras lees esto desairado,
 totalmente obsesionado
 si, con tu inminente muerte.
                                  Mikel Leal y Lucía Cabrera

El sueño de la vida
La vida es un sueño
y la muerte es despertar.
Cada día no vives,
lo que haces es soñar.
El camino de tu vida
con un único final,
una sola dirección,
su destino es fatal.
Seas muy adinerado
o hayas de trabajar
no te confías que a ti
la muerte te va a llegar
Cada día no vives,
lo que haces es soñar.
La vida es un sueño
y la muerte el despertar
                     Natalia y Teresa.



Dentro del alma
siguen dentro de mi alma
muertes presentes en mi vida,
pues no se muere quien se va,
sólo se muere quien se olvida.
La vida alegre nace
es la cálida luz del alba,
la muerte es un instante,
el último rayo del alma.
Pues no se muere quien se va,
sólo se muere quien se olvida,
siguen dentro de mi alma
muertes presentes en mi vida.
                               Peio Sanz y Victor Hernando.












Ya estamos ensayando las obras de teatro barroco escritas por los propios alumnos.

Después de estudiar las características de la comedia nacional española, sobre todo la escuela de Lope, nos hemos animado a crear nuestros propios dramas de honor.
Las obras ya están escritas, ahora nos toca ensayarlas para que queden perfectas.




Algunas de vuestras cartas han sido maravillosas. Aquí os dejo algunas muestras:

Querido Paulino:
Dicen que todas las relaciones entre abuelo y nieta son muy estrechas, llenas de amor. La nuestra también lo es, si, pero no creo que sea una más, igual que las demás. Quizás por ser como tú eres o como soy yo. Cien mil cosas que te hacen destacar, esas manías que tienes incomprensibles por mucho que me las expliques, las chanclas con calcetines, los paseítos a la hora de comer porque sí, porque te apetece...
La forma por cómo te interesas por mi, tu preocupación por que no sea la "burrita" de la clase, cuando te asomas al balcón para verme hasta que llega el tren o cómo en verano te quedas despierto en el sofá hasta que llego a casa, detalles y cosas que aunque parezca que no, me fijo y me acuerdo, y te las agradezco, pero en silencio.
Admiro y me llena de fuerzas ver cómo cuidas de la abuela, me encanta ver que la sigues queriendo de la misma manera que siempre, después de casi sesenta años, aunque yo no haya estado siempre para verlo.
De verdad que me haces replantearme muchas cosas y pensar que puedo con cualquier cosa, porqueal final es lo que tú has enseñado a tus hijos y tus hijos a mi.
Si es que la verdad que cuando estoy contigo me siento como si hubiese dado varios pasos atrás y volviera a tener cinco años, porque me cuidas, me defiendes y me proteges de la misma forma que llevas haciendo desde siempre, por mucho que pasen los años.
Las "trastadas" que te hago son significado de los buenos momentos que tenemos, en los que te ríes como si te fuese la vida en ello. Y qué quieres que te diga, pero te veo... y me encanta.
Quizás todo esto estaría bien que te lo dijera y te diera las gracias por todo, pero, la verdad, es que no me sale, prefiero tenerlo todo guardado para mi, para nosotros.
Infinidad de cosas se quedan dentro de mi respecto a la relación que tenemos, que, por cierto, es la mejor y es única.
Te quiero, abuelo.
                                                                                                       Miriam Ojeda.






                                                                                                                  Loiu, 9 de febrero de 2016
Hola:
No sé cómo empezar estas letras, ni siquiera cómo llamate, ¿eres un amor, una ilusión o una amistad demasiado estrecha?
Lo único que sé es lo que siento por tí, pero porque lo siento en mi pecho cada vez que pasas a mi lado con ese aroma, que es capaz de arrancarme una sonrisa hasta en mis peores días. Podrías considerarme un loco que te observa y te olisquea, pero no, soy yo.
Cuando estoy contigo se me nubla el juicio y me quedo atontado viendo cómo mueves los labios al hablar y, de vez en cuando, sueltas una carcajada que podría quedarse horas en mi cabeza, recordando esa sonrisa perfecta que me ilumina todos los días.
Verte es mi único vicio, pero eso nunca se sacia, necesito cada vez más y, en definitiva, es lo que me ha llevado a escribirte esta carta.
No me atrevo a poner un nombre a mis sentimientos pero quiero que se lo pongamos juntos, porque sin ti, estoy perdido, me lo quitas todo sin darte cuenta y lo peor, es que todavía, con el carácter que tienes, la culpa será mía. No me preocupo, ya que una bronca tuya no hace sino engancharme más a tí, porque tu carácter es tu más valiosa cualidad.
No pondré ni remitente ni destinatario porque tu y yo bien lo sabemos. Has intentado huir de este momento, pero ya es hora de que lo afrontemos.

P.D.: No me importa que me digas que no, pero contéstame porque la indiferencia es lo peor que me podrá pasar.



Hola:
Seguro que ya te imaginas quién soy, lo piensas pero no lo crees.
He escrito esta carta porque lo que oculto en mi corazón, lo que siento es ya tan fuerte que no puede ser encerrado, ya no.
Cuando te veo, el corazón se me dispara, el tiempo se frena, mi corazón arde cuando en un breve suspiro, tú me miras. Gracias a ti, soy más feliz de lo que nunca he sido, no necesito amarte para ser feliz, solo quererte. Pero y si tú piensas lo mismo que yo, aunque haya solamente una remota posibilidad de conseguir tu amor, lo  intentaré. Es dificil, yo solo soy un tonto que ha tardado demasiado tiempo en confesarte su amor. En cambio tú eres bella, hermosa, maravillosa. Confieso mi amor, para quererte me dispongo a amarte. Si no sientes lo mismo que yo siento, dímelo, no hay una tercera opción, no puedo ser solamente tu amigo.
Eso es todo, me despido, estoy seguro de que sabes quién soy, y si no, te darás cuenta pronto.
Te quiero y te querré.
                                                                                                                    Nadie.


Al que parecía pero no era:
Quería decirte que no fui yo quien se alejó, sino tú quien me dejó ir. A priori podría parecer una carta de desamor con sabor a enfado, rencor o reproche, pero este es un desamor amoroso, dulce y tranquilo.
El desamor de una historia qu nunca llegó a empezar del todo. Seguro fue el miedo quien no nos dejó comenzar un capítulo que podríamos haber escrito juntos, coger el tren famoso que iba a un lugar llamado "relación", lugar tan bonito, cómodo y seguro como doloroso y confuso. Lugar pintado con un color agridulce.
Todo parecía, pero no era. Nunca me había fijado en la gran diferencia que hay entre estos dos verbos.
Ahí estábamos los dos. Eso es, estábamos y parecíamos, pero no éramos. Tú, que perdiste el sentido del amor, pero no el del humor. Yo, que había dejado de sonreir a la vida, y de repente ella me devolvió la sonrisa contigo... Qué paradójico, ¿ verdad?
Pero como ya he dicho antes, sólo parecia.
Porque dicen que todos los caminos llevan a Roma, y tú diste un cambio de sentido para salir del amor.
Y mi cielo se cubrió de cemento, cementerio.
Prudente tú, prudente yo... Y ninguno arriesgamos.
Dos segundos me hicieron falta para saber que tenías que ser mio.
Dos meses te hicieron falta para darte cuenta de que yo no era la mujer, aunque parecía.
"Pero quiero que sigamos siendo amigos". Nunca antes seis palabras me habían causado tanta decepción, confusión, tristeza y agonía.
¿ En serio debería alegrarme? Pues sí, debería.
Nadie en tan poco tiempo ha conseguido enseñarme tanto. Y doy gracias a Dios, a la vida, al destino o a quien sea por haberte puesto en mi camino.
Por haberme enseñado a amar la poesía. Y desde luego, tú no has sido mi poema más largo, pero sí el más bello de todos.
Se supone que somos medias naranjas destinadas a encontrar nuestra otra mitad, pero yo prefiero creer que soy una naranja entera, aunque ahora mismo exprimida por ti. Por eso me refugio en las letras, en la escritura. Y ésta puede ir adornada de poesía o vestida de canción, pero la razón siempre vas a ser tú.
El final de la carta me lo quería dedicar a mí, si me lo permites. Porque ya es hora de que deje de pensar con el corazón y empiece a sentir con la cabeza. Así que, no fui yo quien se alejó, sino tú quien me dejo ir.

La que parecía pero no era
Olatz Cabanas

PD: Todavía se han quedado cosas en el tintero, todavía sangra esa arteria, porque si con algo te escribo es con el corazón.

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